Este artículo es un breve vuelo histórico y de la coyuntura política y social que hoy transita Honduras, que permita a los hondureños diferenciar la cizaña del trigo en las posturas del arzobispo de San Pedro Sula, el irlandés Michael Lenihan, que se ha vuelto —de pronto— en la negación del dolor de su propia tierra y una versión actualizada del cardenal Rodríguez, abonando un discurso engañoso, tóxico para el prójimo y alineado con los eternos enemigos del desarrollo y felicidad del pueblo hondureño.

Editorial
EL LIBERTADOR
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El irlandés Michael Lenihan lleva cuarenta años rezando en América Central, sin sentir esa maldita hambre del prójimo, que se come el propio cuerpo y causa ese horrible sufrimiento de vacío mental, impresión de distancia con la realidad y umbral que va trasladando al hambriento de la desesperante fijación hacia tres caminos de supervivencia, la humillación, el crimen o descender a la demencia para saciarse en la abundancia de la basura.

Llegó a Centroamérica desde Europa, ahí nació Lenihan, el 22 de septiembre de 1951 en Abbeyfeale, Limerick, República de Irlanda o Irlanda del Sur; en su país ejercía como Vicario en el Convento de Wesford, de donde fue enviado por el Vaticano a servir en El Salvador como Vicario parroquial de San Francisco Gotera, Diócesis de San Miguel (1984-1989), muy lejos dejó su tierra insular, frente a las costas de Inglaterra y Gales y, la capital, Dublín, cuna de escritores famosos como Oscar Wilde, hogar de la cerveza “Guinness” e inspiración de “Zombie” y “Salvation” que inmortalizaron a Dolores O’Riordan, líder extinta de la banda de rock “The Cranberries”. Dolores se suicidó. Estas melodías narran los hirientes costos de vidas infantiles y soledad existencial de la centenaria lucha libertaria irlandesa contra Londres, y están en el “Top de Billboard” de las 300 canciones alternativas de todos los tiempos.

Cuatro años antes del que ahora fuerte crítico del Gobierno de Xiomara Castro y arzobispo de San Pedro Sula, tocara nuestro istmo, el 24 de marzo de 1980, tras haber suplicado a los militares salvadoreños que cesaran la represión contra el pueblo y, mientras celebraba una misa en la Capilla del Hospital de la Divina Providencia, monseñor Óscar Romero fue asesinado por escuadrones de la muerte. Estaba en alza el anticomunismo de la “Guerra Fría”, plan global creado y financiado por Estados Unidos para quedarse con los países y riquezas del mundo, traicionando a la Unión Soviética, su principal aliado y que más vidas destinó para ganar la Segunda Guerra Mundial, 24 millones de militares rusos cayeron en combate contra la Alemania nazi.- Oficialmente, en batalla, EE.UU., tuvo 292,129 bajas y 139,709 desaparecidos; en total, se acredita 405,399 militares muertos.

No podemos pedirle al Padre que perdone a Lenihan, porque sí sabe lo que hace y ha visto el viacrucis que ha pasado el hondureño de abajo desde el golpe de Estado en 2009, el delito de reelección en 2017 y la instalación de la narcodictadura de donde nos elevaron al país más mortal del planeta.- Y, usted, se fue calladito a dar misa esa madrugada del 12 de diciembre de 2012, mientras el reciente fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte-IDH), doce años después, condenó Honduras porque violentó garantías judiciales, principio de legalidad y separación de poderes, cuando el presidente del Legislativo, Juan Hernández –ahora preso y culpable por narcotráfico en EE.UU.— destituyó cuatro de los cinco magistrados de la Sala Constitucional, delito denominado “golpe técnico al Poder Judicial”.

Con este hombre de iglesia, no se confunda, no es cualquiera, comenzó su noviciado Franciscano en 1972 y estudió filosofía en la Universidad Nacional de Galway, Irlanda y teología en la Pontificia Universidad de San Tommaso D’Aquino y la Universidad Gregoriana en Roma, Italia.- Queda en dudas esa alta educación de primer mundo, si desde ahí sustenta la retórica del discurso de crítica al comunismo sin las luces de la historia de la filosofía, sin la evolución de las ideas políticas o del estudio de la economía al trasluz del materialismo científico, pero si disfruta arrojar la nebulosa como cualquier opositor vacío o activista de partido, que nada explica, pero confunde al sencillo de letras, y así advierte al Gobierno del “Socialismo Democrático” por la Refundación de Honduras. No ha dudado en amonestar a la mandataria Castro, por ese lema: «escuche y no sea sorda al clamor de este pueblo».

Al otro lado del Atlántico está Falls Road, la principal arteria que recorre el oeste de Belfast, capital de Irlanda del Norte y origen del mítico barco “Titanic” en el suburbio que lleva el mismo nombre, y uno de los bastiones históricos de los republicanos católicos, los que añoran una sola Irlanda y han ofrendado miles de vidas, incluso luchas armadas, durante generaciones, para liberarse del Reino Unido y pasar del “Estado imaginario al Estado real”.- En este barrio de clase obrera y tradición socialista, en el que se vivieron algunos de los episodios de violencia más recordados del conflicto norirlandés, abundan los murales en honor a líderes como el palestino Yasser Arafat o el cubano Fidel Castro.

Las idioteces de Juan Hernández son infinitas y catastrófico perjuicio al Estado de Honduras en su intento por consolidarse como institución de leyes, en febrero de 2014 regaló la frecuencia 102.1 FM a la Iglesia católica.- Repartió presupuestos a las religiones evangélica, católica y protestante, etc., y, mientras eliminó la Secretaria de Cultura, Artes y Deportes, mantenía con muchos millones una extraña “secretaria de religión y culto”. Con dinero del tesoro nacional, compró voluntades, apoyo y popularidad en cúpulas religiosas del país.

Temas terrenales como esos no tuvieron espacio en las homilías del filósofo irlandés, hay otros más importantes tal como le ha dicho al Gobierno Castro, que el socialismo no funciona, que Venezuela y Cuba son lecciones que se debe aprender para no impulsar el socialismo como forma de gobierno. “Es una lección, porque seguimos empujando una ideología que no funciona, un socialismo que ha fracasado”, sostiene el sacerdote que, días después de llegar a Honduras, el sábado 11 de febrero de 2012, fue ordenado por el cardenal Óscar Rodríguez como nuevo obispo de la diócesis de La Ceiba.

Puedo imaginar que los pensamientos de Leniham viajaban extasiados por una tarde cálida, viento fresco, relajado leyendo en latín “De docta ignorantia” del padre de la filosofía alemana, Nicolás de Cusa, y en intervalos, viendo pasar—despacio— la gente elegante y saludable, bonita y alegre por Westminster, cuando en el mismo instante los católicos revolucionarios soñaban con romper el yugo de Londres, un conflicto que hace un siglo separó su tierra en dos países, la Irlanda de los patriotas, los rebeldes y la Irlanda de los traidores, apátridas domesticados a la corona británica.

Hace poco dio una declaración pública en San Pedro Sula y, entre otras recomendaciones, dijo que “los gobiernos de izquierda no nos ayudan, es mejor un país democrático, es la respuesta a los problemas que tenemos en los países”. ¿Qué dirían de estas palabras los mártires y héroes del “Alzamiento de Pascua”?, rebelión en Irlanda contra la autoridad del Reino Unido, estalló el lunes de Pascua de abril de 1916 y es el más conocido intento popular republicano por tomar el control de la nación.

El filósofo irlandés califica de lamentables las reacciones de funcionarios y llamados de atención del canciller hondureño, Eduardo Reina, pidiendo a la embajadora estadounidense, Laura Dogu, que se abstenga de hablar sobre asuntos internos del Estado, y aconseja al gobierno: “tenemos que cuidar nuestros amigos y aliados, es triste cuando escuchamos estos comentarios, pero sabemos que vivimos en un país donde muchas veces hay falta de educación y respeto por los demás, es trabajo de las escuelas y la iglesia educar para que haya personas más respetuosas y más tolerantes”.

Lenihan, un recordatorio, en 1831, un hondureño heroico y presidente de Centroamérica, Francisco Morazán, sentó las bases de un verdadero Estado de leyes, laico que respeta todas las creencias, moderno, desde entonces dio vida a la libertad de expresión; fue separada la iglesia del Estado, los diezmos fueron abolidos; se proclamó la libertad de religión; los bienes eclesiásticos fueron confiscados, se suprimieron las órdenes religiosas, y se le retiró a la iglesia el control que tenía sobre la educación, entre otras políticas.

Con estas medidas revolucionarias, Morazán se convirtió ―según el escritor Adalberto Santana― en el primer mandatario de América Latina que aplicó a su gestión un pensamiento liberal. Y, esa modernidad asestó un duro golpe al corazón de la oligarquía, pero aún más importante, se despojó al clero español de sus privilegios y le redujo su poder. Usted y Dogu cometen el mismo atropello contra un Estado que les ha dado hospedaje y trabajo.

Westminster es la bulliciosa área del Gobierno cerca del palacio de Buckingham, en el centro de Londres. Los turistas se dirigen a los monumentos de Trafalgar Square y a Horse Guards Parade para ver el cambio de guardia real. Los políticos se mezclan en los concurridos “pubs” de Whitehall, donde alegres departen bebidas y comidas. En las casas del Parlamento, junto al río Támesis, suena la campana del Big Ben en su icónica torre del reloj. Lenihan mirá hacia arriba, fiel a la abadía medieval de Westminster, el viejo Big Ben marca la hora londinense, y aún, los tiempos de esos países fantasmas del mundo que, después de saquear, los piratas agónicos se niegan a soltar de sus cuchillos como Irlanda y Honduras.

Cuando San Francisco fundó su Orden, en el año 1209, propuso a sus seguidores la práctica de pobreza radical, adoptando como regla de vida únicamente el Evangelio.- Esta es la primera regla: el perfecto debía vender todo lo que tiene y dar su importe a los pobres; hay que despojarse de todo, al punto de dejar de lado alforja, pan y hasta bastón; si alguien nos roba, hay que dejarlo hacer y no reclamar nunca lo robado.- Ningún fraile puede recibir pecunia ni dinero alguno, porque hay que darle tan poca importancia al dinero como a las piedras; y, cuidado señor Lenihan, que el diablo puede querer cegar a los hermanos y hacerle interesarse más por el dinero que por las piedras: «Guardémonos, pues, los que dejamos todas las cosas, no sea que por tan poco perdamos el reino de los cielos» ¿Oyó Lenihan?

El teatro es tan antiguo como la humanidad; cuando nace el hombre, nace la idea de comunicarse, de imitar, y surgen las primeras representaciones que han ido evolucionando con el desarrollo de la civilización, dando lugar a diferentes géneros dramáticos.- Sin ignorar a Heráclito, el padre de la dialéctica, Hegel, dice en alguna parte de su magistral obra filosófica que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal aparecen, como si dijéramos, dos veces. Pero, no agregó que surgen una vez como tragedia y otra como farsa.- Lenihan, pídale a San Francisco que lo aparte de la tragedia del cardenal Rodríguez y su círculo de curas sin alma para que el último acto de su vida no sea la farsa del comunismo, ni una ingratitud para los mártires irlandeses que murieron por darle a usted, una patria.

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